sábado, 3 de septiembre de 2011

Entre transformers

Tengo una amiga, que por casualidad es la novia del heladero. Os contaré su historia: un día cualquiera en el fin del mundo, una niña se estaba duchando con saliva de gnomo. El caso es que ella no sabia que la saliva de gnomo era como el superglú, y se quedó con las toallas del pelo y del cuerpo para siempre.
Una vez contada su historia, os contaré lo que me pasó el otro día con ella: Esta niña me estaba chuleando y, tal y como iba vestida, le dije que no me daba miedo, y ella me dijo: cuidao, que te rajo con el filo de la toalla.Le dije que no era capaz, y a los diez minutos estaba en el hospital con un brazo amputado.
Menos mal que soy como las estrellas de mar, que me crecen los brazos.
Firmado, Picota.

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